De ese incentivo se enfermaron todos: la fiebre creativa atascó sus noches de reclutamiento, sus horas de soledad, e inevitable, los terrores de nuestra civilización. A este, el cuarto ciclo, terminamos bautizándolo como: “El ciclo de los microrrelatos”. Lo que pasó después es casi indescriptible, por vertiginoso, contagioso y porque me llena del orgullo de ser, más que la maestra de lunes literario, la amiga de voces potentes y humanos puros.
Gabriela Guerra Rey en “Las pequeñas grandes historias de los nuevos escritores”. La Ninfa Eco, 2020.